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‘En cuerpo y alma: Ser mujer en tiempos de Franco’

En cuerpo y alma: Ser mujer en tiempos de Franco / Fotografía: Alex Basha

En cuerpo y alma: Ser mujer en tiempos de Franco (2015) es la última obra de carácter historiográfico de la escritora española Aurora Morcillo Gómez. Catedrática de Historia de España en la Universidad Internacional de Florida, Morcillo encuadra sus publicaciones en la rama de Estudios de género durante la dictadura de Franco, con obras como El feminismo en España: dos siglos de historia (2007) o Cultural and Social memory of the Spanish Civil War (2014). Su último libro publicado, Ser mujer en tiempos de Franco, en palabras de la autora, “aborda la relación simbólica entre el Estado dictatorial de Francisco Franco (1939-1975) y el cuerpo alegórico femenino de la nación”. De esta forma, la autora expande la argumentación, profundizando en el estudio del concepto de lo neobarroco y el uso metafórico de las “imágenes sexuadas” en el discurso político, desde la autarquía hasta el “aperturismo”, a lo largo de ocho capítulos. Siguiendo la estructura del libro, podremos comprender cómo el régimen franquista se esforzó por acabar con la imagen de libertad femenina que promovió la Segunda República. A lo largo de la obra, la autora tratará de explicar la manera en que la sexualidad y la redefinición de la mujer bajo la “auténtica femineidad católica” desempeñará un cometido fundamental para la instauración de la estructura sociopolítica franquista, emergida tras la Guerra Civil.

A fin de comprender mejor el contenido de la obra, Morcillo estructura el estudio en diferentes capítulos, con un total de ocho. A lo largo de estos apartados, la autora analiza el Régimen fragmentando estos capítulos en otros aún más pequeños, dedicándolos a temas concretos.

Inspiración ‘neobarroca’

El primero de ellos, “La fenomenología del franquismo. Una lectura neobarroca del régimen”, comienza examinando las metáforas somáticas utilizadas por teóricos y políticos del régimen, y de la España barroca del siglo XVI, a través del concepto del biopoder de Michael Foucault. El cuerpo nacionalcatólico franquista consideraba que el laicismo de la Segunda República era una expresión de herejía y materialismo, basada en una “democracia inorgánica” que el dictador se propuso desechar. La llamada “democracia orgánica” católica del régimen de Francisco Franco supondría la reafirmación del catolicismo en los años venideros de la Guerra Fría. Subrayando un “particularismo español”, la dictadura se vestiría, en palabras de la autora, “con las floridas galas de la contrarreforma”, inaugurando un periodo neobarroco.

De esta forma, el cuerpo político místico del franquismo incorporó a su discurso las características de un cristianismo occidental, con la firma del Pacto de Madrid y los acuerdos con el Concordato de 1953, consolidando un cambio en el sector de la educación y en la moral de la población. En el ámbito doméstico, “la familia debía constituir la célula básica de la nueva sociedad”, dando una especial importancia a la natalidad. Autores como Vallejo Nájera, divulgarán artículos en la prensa sugiriendo el desarrollo de políticas basadas en la penalización de las personas solteras, basándose en el modelo aplicado por Mussolini en Italia. A su vez, la desviación de la norma católica señalará la perturbación mental del individuo. Por otra parte, autores como Tierno Galván emprenderán una serie de debates en la Universidad de Salamanca, con obras como Notas sobre el Barroco, donde se critica de manera encubierta el régimen. Analizando la esencia del Siglo de Oro español, encontraremos numerosas similitudes entre el nacionalcatolicismo de la dictadura y el barroco. A raíz de esto, y basándose en las teorías de José Antonio Maravall, Aurora Morcillo califica de neobarroca la naturaleza cultural, social y política del régimen franquista, que dominó el cuerpo femenino a través de las llamadas “tecnologías de control”.

Lección segunda: cómo ser una buena mujer

El segundo capítulo, “Las relaciones de género bajo el franquismo. El ideal católico de la mujer española”, aborda las raíces culturales de un modelo que la propia Morcillo denomina “la auténtica femineidad católica”, concepto clave durante todo el libro. El concepto de la “mujer de su casa” que la Segunda República pretendió redefinir, sería recuperado por el franquismo, convenciendo a la opinión pública de que el ámbito doméstico y la maternidad las convertiría en “reinas del hogar”, imponiendo, además, cursos formativos en materia doméstica, con ayuda de la Sección Femenina.

Puesto que la familia constituía el pilar central del orden social, la mujer sería entendida como una especie de “industria reproductiva” al servicio del marido; esencia que será perdida durante la época del aperturismo y el consumismo. A través de mecanismos de control, como la manipulación del perfil biográfico de los santos, los modelos a imitar -como el de Teresa de Jesús- y la recuperación de los tratados renacentistas en materia de educación, la España de Franco reactivaría una tradición católica propia del siglo XVI. Algunos de estos tratados serían los de Juan Luis Vives, como Instrucción de la mujer cristiana (1523), o Examen de ingenios para las ciencias (1576), de Juan Huarte de San Juan, donde se pretendía haber demostrado la inferioridad mental de la mujer.

La femineidad como instrumento de poder

Para ilustrar la estructura del régimen, Morcillo expone la manera en la que los cuerpos de los hombres y mujeres españoles pasaron a formar parte del cuerpo político místico del franquismo, convirtiéndose de esta forma en “extremidades indispensables” con funciones determinadas. Este capítulo, titulado “Perfectas esposas y madres y otros determinismos biológicos” pondrá de manifiesto la importancia de la esposa para la construcción de una identidad nacional de la mujer, el discurso religioso y jurídico, y los manuales de orientación conductual. Para consolidar dicha identidad nacional, el régimen franquista instauró algunas leyes de carácter extremadamente católico, como la Ley de Vagos y Maleantes de 1954, donde se criminalizaba la homosexualidad, y publicó manuales de conducta y tratados como La perfecta casada (1583) del agustino Fray Luis de León.

Con algunas de estas directrices, la España de Franco, de acuerdo con el Vaticano, difundirá la obligación de la esposa de obedecer al marido, anulando el matrimonio civil en 1938 y declarando ilegal el divorcio en 1939. En el Fuero de los Españoles de 1945, podremos comprobar como se define la familia, erradicando en términos legales cualquier derecho básico de la mujer, como la venta o compra de propiedades, el empleo o la educación, sin permiso del esposo. El adulterio también se definirá como una práctica ilegal con pena de prisión; penas mucho más severas a la esposa que al marido, puesto que se consideraba que el deber de la mujer era la preservación de la castidad y la pureza. Los preceptos del Vaticano recaerían con peso en el régimen, condenando el aborto y los métodos anticonceptivos, y difundiendo manuales de conducta como Lo que toda mujer debe saber antes de casarse, Como se atrae y se enamora al hombre, de Antonio Guerra Gallego, Antes de casarte y Después de casarte, ambos de Carmen Sebastián, El Matrimonio, El libro del joven de 17 a 20 años, Comunidad de amor, El matrimonio cristiano según el Vaticano II, y una larga lista. A finales de la década de los cincuenta, la modernidad irrumpiría en España con la inyección de dólares estadounidenses. La televisión y los anuncios de las revistas y las estrellas de Hollywood comenzarían a dar una nueva imagen de la mujer, modelo que sería imitado posteriormente. El problema de España radicaba, además de todo lo anterior, en una encrucijada entre “el viejo y anquilosado catolicismo oficial y la seductora imagen fálica del capitalismo moderno”, según la autora.

Aurora Morcillo Gómez
En cuerpo y alma: Ser mujer en tiempos de Franco / Fotografía: Alex Basha

Control del cuerpo

El tema de la prostitución, el pecado, y el antes y el después de las “políticas de tolerancia” que llegaron al país en la década de los cincuenta con el plan Marshall y los dólares americanos se aborda durante el cuarto capítulo del libro, titulado “La española cuando besa: moral pública y sexualidad amordazadas”. Con la llegada de marines americanos a las costas españolas, el negocio de la prostitución se vería bonificado por una nueva clientela, respaldada por un “doble rasero moral” de la aprobación oficial, “que permitía la prostitución pero demonizaba a la prostituta”, convirtiéndola en una “pecadora caída”. A raíz de esto, la prostitución se transforma en una especie de patología vinculada al abuso de drogas y alcohol, y a la delincuencia. Puesto que el régimen condenaba todo tipo de anticonceptivos -incluidos los preservativos-, las enfermedades venéreas comenzarían a afectar a la sociedad. Los maridos españoles, representantes de una masculinidad viril y una potencia sexual -una especie de representación del régimen-, empezaron a engañar a sus mujeres con las prostitutas locales, contagiando a su vez a las primeras de enfermedades de transmisión sexual. La responsabilidad de Franco en materia de jefe de Estado construiría un sistema de vigilancia de la moralidad pública -un cuerpo policial encargado- con el afán de impedir la difusión de “conductas libertinas” y evitar un proceso de degeneración en la población. Contando con un sistema a medio camino de la moralidad y la criminalidad, el sistema penal y el catolicismo vendrían a edificar una filosofía de arrepentimiento y redención. Algunas imágenes tomadas en la época por fotógrafos catalanes, reflejarían los brotes de tensión sexual de las calles. La fotografía que ilustra la portada de la obra de Morcillo, Piropo en la Vía Layetana (1962), de Xavier Miserachs, manifiesta el comportamiento “depredador” y oprimido de la población masculina. El proceso modernizador acabaría por llegar al país, transformando las mujeres españolas en “mujeres occidentales en la lucha por sus derechos”.

La Sección Femenina

La Sección Femenina de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS perduraría hasta el año 1977 como instrumento de concienciación. En “La Sección Femenina de la Falange como gestora de la femineidad franquista”, título del quinto capítulo, la autora recurre a una lectura del régimen a través de la Ley de derechos políticos y profesionales de las mujeres, cuya repercusión – junto al aperturismo y el consumismo- estudia en el sexto apartado, “La sociedad de consumo y la redefinición de la femineidad”.

La Sección Femenina quedaría constituida como una entidad independiente en 1939; un espacio reservado a las mujeres, pues no se las admitía en la esfera política masculina. El modelo femenino como “industria reproductiva” se modificaría a partir de los cincuenta para incluir la nueva modalidad de mujer: el ama de casa consumista. A través de las Escuelas Nacionales, la Sección Femenina impartía una formación especial: un programa de adoctrinamiento que prepararía a las jóvenes para su “trabajo” en el ámbito doméstico. Aparecerían entonces leyes como la Ley de Educación Física de 1961, con la que el régimen de Franco se esforzaría por mantener el estereotipo de la mujer en el hogar, frente a la nueva mujer consumista, propia del periodo de transición de la autarquía al consumismo.

Aperturismo

A partir de los años sesenta, el turismo permitiría un encuentro social con toda serie de modelos de femineidad contrarios al que proponía el nacionalcatolicismo de la dictadura. Modelos femeninos propios de estrellas de Hollywood y revistas, que convirtieron el cuerpo de la mujer en un “arma ideológica contra la política moral y sexual del régimen”. La economía consumista de los años sesenta adaptaría la llegada de la mueva mujer moderna y consumidora, consciente de su sexualidad y capaz de distanciarse de los valores propuestos por el régimen. El propagandismo que gestionaba el Ministerio de Turismo y Propaganda a manos de Manuel Fraga Iribarne conseguiría atraer con su eslogan “España es diferente” a miles de turistas dispuestos a recorrer el país. Algunos de los medios más importantes a nivel internacional, como la National Geographic o la revista LIFE, sacarían a la luz reportajes que ilustrarían en papel la situación española. El efecto del aperturismo se verá vetado por el régimen, por ejemplo en el cine, tema de estudio en el séptimo capítulo del libro, “Dias oscuros de cine”, donde, en palabras de la autora, “considerará la mutilación simbólica del cuerpo femenino perpetrada por los censores franquistas, tanto en los filmes nacionales como en los internacionales”. El cine como medio de evasión de la realidad social permitía a buena parte de la juventud aprender lo que no sabían sobre relaciones sexuales. En las oscuras salas de los cines, las fantasías y las caricias -penalizadas por la ley- formaban parte del ir a ver una película.

El contacto directo con Estados Unidos y el consumismo propició un intento de interrupción en la industria cinematográfica española, marcada por la censura. El censor pasó a convertirse en una de las figuras principales en la manipulación social, y el nuevo cine español encauzaría la simbología de la pureza con la intención nacionalcatólica del régimen en cuanto a la fisionomía femenina. El cuerpo de la mujer, a su vez, pasaría a dividirse en porciones -algunas aceptadas, otras consideradas “pecaminosas”-, y el censor actuaría en función de la legislación. El cine franquista de los años cuarenta consagraría los roles de género, como la dualidad de los estereotipos -la mujer virgen y virtuosa, frente a la sucia y descuidada-; también el doblaje alteraría las tramas, suprimiendo o cambiando diálogos y escenas concretas, donde elementos como el beso serían vetados por sugerir “el preámbulo de la lujuria”. Como ejemplos concretos, Aurora Morcillo analiza en su obra películas como Sangre y arena (1941), protagonizada por Tyrone Power y Rita Hayworth, basada en la novela homónima de Vicente Blasco Ibañez, de 1908. El film generó quejas al director general de Cinematografía y Teatro de Madrid, por haber mantenido en la película exhibiciones de desnudos del actor y “planos sugirientes” de la vestimenta transparente que dejaba ver los senos de la actriz. Otras películas, como Mogambo (1955), de John Ford, sufrirían alteraciones en el argumento principal.

El Destape

En la transición a la democracia tras la muerte del dictador, el desnudo femenino se apoderaría del cine y las revistas. Lo que la autora denomina en su libro “El Destape” fue, literalmente, la exhibición del cuerpo de la mujer. El ejercicio de ilustrar este cambio en la transición española lleva a Aurora Morcillo en el último capítulo de su obra, “De cuerpo presente: el destape”, a abordar el estudio del fenómeno que experimentaron los medios de comunicación tras la muerte del dictador. Con la liberación que esto suponía, muchas mujeres posaron desnudas para revistas como Interviú, ilustrando la representación del cambio de “una vulnerable mujer desnuda” a “una vulnerable España democrática”, según la autora, que pasará a recuperarse tras la transición. Pese a que en 1975 se iniciaría una política “de consenso y compromiso”, las relaciones de género continuarían hasta día de hoy siendo una cuestión volátil. Tras el estudio de las tecnologías de control y poder franquistas, cabe destacar que la autora considera que fueron las imágenes del “destape” femenino las que allanaron el camino a la transición; imágenes surgidas en los años sesenta bajo una dictadura de control que, aún así, lograron hacer mella en una sociedad oprimida que ansiaba la liberación.

Conclusión personal

En cuerpo y alma: Ser mujer en tiempos de Franco es una obra de carácter histórico que consigue ilustrar a la perfección cómo era la sociedad en la dictadura, y cómo el régimen franquista se esforzó -a través de la opresión y el castigo- en mantener unos valores propios del Siglo de Oro. El análisis de la España de Franco en el libro de Morcillo, a través de obras, artículos y escritos concretos, nos proporciona un acercamiento real a una de las peores épocas que la población del país experimentó. Encontraremos numerosos fragmentos de autores como Ortega y Gasset (1883-1955) o Richard Wright (1908-1960), que ilustran de manera personal la etapa dictatorial de España.

La estructura bien organizada de la obra de Morcillo evita la facilidad de “perder el hilo” en un tema tan amplio como es el estudio de una etapa histórica concreta. De esta forma, como libro de consulta para inspirar y documentar a otros autores, el libro nos permite en todo momento regresar al índice para centrarnos en temáticas concretas. A su vez, la ingente cantidad de obras y autores bien referenciados en las notas a pie de página, nos ayudará a indagar al mismo tiempo en otros escritores y analistas que estudiaron la fenomenología del régimen.

En definitiva, podríamos considerar la obra de Morcillo como una de las más personales e inspiradoras sobre la dictadura; una pieza fundamental para la biblioteca de cualquier lector que pretenda sumergirse de lleno en la ambientación social de una España ansiosa de libertad.

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